28th Oct 2024
Un día, un niño llamado Leo estaba jugando en el parque. De repente, encontró un par de zapatos brillantes bajo un árbol. Cuando se los puso, ¡saltó tan alto que tocó las nubes! Leo se rió con alegría mientras se elevaba entre los suaves algodones blanquecinos del cielo.
Mientras saltaba, Leo vio pájaros volando cerca de él. Se dio cuenta de que podía hacer algo increíble: ¡hablar con ellos! Los pájaros lo llevaron a un lugar secreto lleno de colores y juegos entre las nubes, donde conoció a otros niños que también llevaban zapatos especiales.
Juntos, pasaron horas jugando a atrapar estrellas y deslizarse por arcoíris. Pero luego, Leo se dio cuenta de que sus nuevos amigos tenían que regresar a casa. Estaban preocupados por sus familias. Leo entendió que no podía olvidarse de sus responsabilidades, así que decidió que era hora de volver también.
Al regresar a casa, Leo se quitó los zapatos saltarines y pensó en lo divertido que había sido. Pero también supo que debía ser responsable y cuidar a su familia. Los zapatos eran divertidos, pero no podían reemplazar el amor de su hogar.
Desde ese día, Leo usó los zapatos de vez en cuando, disfrutando de aventuras en las nubes. Pero siempre tenía en mente que las responsabilidades y la familia son lo primero. A veces, el verdadero poder está en saber cuándo es el momento de jugar y cuándo volver a casa.