28th Oct 2024
Había una vez, en un reino lejano, una princesa llamada Clara. Clara tenía un jardín mágico, lleno de flores de mil colores. Ella pasaba sus días cuidando las plantas, regando las flores y hablando con ellas. Era una princesa feliz, y su jardín era su tesoro más querido.
Un día, una fleur llamada Rosalía habló con Clara. "Querida Clara", dijo Rosalía, "yo puedo enseñarte sobre el amor. El amor es como el sol; cuanto más brilla, más crecemos. Déjame mostrarte". Entonces, Rosalía extendió sus pétalos brillantes y llenó el jardín de luz.
Clara escuchó atentamente. Aprendió que el amor no solo estaba en las acciones grandes, sino también en los pequeños gestos. Las flores le enseñaron que amar era escuchar, cuidar y dar. Así, comenzó a compartir su amor con todos en el reino: ayudaba a las personas, compartía su risa y abrazos.
Entonces vino un pequeño girasol llamado Sol. "Clara, yo puedo enseñarte sobre la amistad", dijo Sol. "La amistad es como nuestras raíces; aunque no las veamos, sostienen todo lo que somos. ¡Vamos a jugar juntos!". Clara y Sol empezaron a jugar y a reír, fortaleciendo su amistad.
Con cada lección de sus flores, Clara creció en amor y amistad. Su jardín se volvió un lugar lleno de risas y alegría. Así, cada flor en su jardín no solo era hermosa, sino que también era un recordatorio de las lecciones valiosas que Clara había aprendido, llenando su corazón de luz y felicidad.