28th Oct 2024
Había una vez una pequeña oruga llamada Carla. Carla siempre miraba envidiosamente a las mariposas que danzaban en el aire. A veces, se tumbaba en una hoja y soñaba con tener alas de colores. Un día, decidió que quería bailar como ellas. Se sintió triste, pensando que nunca podría
Carla le confesó a su amiga, la hormiga Anita, su deseo de bailar. Anita sonrió y le dijo: "Carla, cada uno es diferente y eso está bien. La belleza está en ser tú misma". Carla pensó en las palabras de su amiga. Así que decidió que, en lugar de tratar de ser una mariposa, aprendería a bailar como la mejor oruga del bosque.
Con el apoyo de sus amigos, Carla comenzó a practicar. Se movía de un lado a otro, haciendo giros y saltos. Aunque no tenía alas, tenía espíritu. Las mariposas la miraban, y aunque al principio se rieron, pronto notaron que su alegría era contagiosa. Se unieron a su baile, creando una hermosa danza en el aire.
Un día, mientras bailaba, Carla sintió que algo mágico ocurría. Comenzó a envolverse en un capullo brillante. Durante semanas durmió, soñando con el día en que despertaría. Cuando finalmente salió, no solo era una oruga sino una brillante mariposa. Sus alas eran de un azul radiante, y era hermosa a su manera.
Ahora, Carla vuela con elegancia por el cielo, pero nunca olvida su tiempo como oruga. Cada vez que baila, recuerda que es fundamental ser única y que cada etapa de la vida tiene su belleza. Desde entonces, las mariposas y las orugas bailan juntas, celebrando la diversidad y el ritmo de la vida en la naturaleza.