7th Nov 2024
Había una vez un niño llamado Nicolás que vivía en un pequeño pueblo con sus padres y sus tres hermanos. Todos los días, al amanecer, su madre lo enviaba al pueblo a comprar. Desde pequeño, sus padres le enseñaron valores importantes: no hablar con extraños, respetar a los mayores y obedecer siempre sus consejos. Pero al salir de casa, Nicolás solía olvidarse de esas lecciones y hacía lo contrario.
Una tarde, su madre le pidió que fuera al pueblo nuevamente. Caminando hacia allí, un hombre desconocido se le acercó y le dijo: "Hola, ¿cómo estás? ¿A dónde vas?". Sin pensarlo, Nicolás respondió: "Voy al pueblo a comprar". De repente, el extraño le agarró de la mano y comenzó a llevárselo. Asustado, Nicolás recordó todo lo que sus padres le habían enseñado.
Con el corazón acelerado, comenzó a murmurar para sí mismo: "Señor, por favor, no dejes que este extraño me haga daño. Prometo obedecer a mis padres y seguir sus enseñanzas”. Justo en ese momento, un amigo de la familia apareció por el camino. Al ver la escena, intervino de inmediato y rescató a Nicolás.
Desde ese día, Nicolás aprendió el valor de escuchar y obedecer a sus padres. Entendió que lo hacían por su bienestar y seguridad. Nunca más olvidó sus consejos y, cada vez que iba al pueblo, caminaba con cautela. Recordando siempre la importancia de ser precavido, Nicolás se convirtió en un niño sabio y respetuoso, valorando la protección de su familia.
Así, la historia de Nicolás se fue convirtiendo en una lección para todos los niños del pueblo, quienes aprendieron a poner en práctica los consejos de sus padres y a ver en la vida la importancia de la precaución y el respeto.