28th Oct 2024
En el corazón del bosque verde, los animales estaban emocionados. Hoy era el gran día de la carrera. Todos los animales se reunieron en un claro soleado. Las ardillas saltaban, los ciervos corrían y los pájaros cantaban.
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La tortuga, que siempre era lenta, dijo: "No se preocupen, yo también quiero correr. Cada uno tiene un talento especial." Los demás animales se reían, pero la tortuga sonrió. Ella sabía que la perseverancia era su gran fortaleza.
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El zorro, rápido y astuto, se acercó y dijo: "Seré el más rápido de todos. Nadie puede superar mi velocidad." Se estiró y empezó a calentar. Los animales lo miraron admirados.
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La liebre, llena de energía, dijo: "Yo también soy muy veloz. Pero no olviden que la astucia puede ser más valiosa." Ambos animales sonrieron, listos para competir.
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Un búho sabio, desde su rama, dijo: "No sólo se necesita velocidad. La paciencia y el trabajo en equipo son igual de importantes. Vamos, amigos, disfrutemos de esta carrera juntos!"
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Los animales se alinearon para comenzar la carrera. El erizo estaba en su pequeña casa, preparándose para animar a todos. Cada uno tenía su propio estilo, y la emoción creció en el aire.
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"¡Listos, listos, fuera!" gritó una ardilla. Todos los animales comenzaron a correr. La tortuga avanzaba despacio, pero con firmeza. ¡Qué valiente es!
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El zorro y la liebre corrían a toda velocidad, deslumbrando a todos los demás. Pero el zorro se distraía a menudo, mientras que la liebre no dejaba de mirar atrás, confiando en su victoria.
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La tortuga, aunque lenta, nunca se detuvo. Cada paso era firme, cada paso era especial. Ella sabía que lo importante era completar la carrera.
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Al final, cuando todos los demás animales pararon a descansar, la tortuga llegó, cruzando la meta. Todos la aplaudieron. La gran lección fue que con esfuerzo y dedicación, todos pueden conseguir lo que quieren.
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