28th Oct 2024
Había una vez una cebra que se llamaba Zuri. Zuri se sentía diferente de todas las demás cebras. Siempre había querido ser especial y destacar entre la multitud. Un día, decidió hacerlo con un plan muy colorido.
Zuri miró al cielo azul, lleno de nubes blancas. Pensó en los colores del arcoíris que brillaban después de la lluvia. "¡Quiero ser tan hermosa como esos colores!", exclamó con alegría. Así que se armó de valor y fue a buscar pinturas.
Primero, Zuri se pintó de rojo. Se miró al espejo y sonrió. ¡Estaba tan feliz! Luego, se pintó de naranja y de amarillo, y cada color le hacía sentir más especial. La cebra estaba emocionada con su transformación colorida.
Finalmente, se pintó de azul, añil y violeta. Zuri terminó su arte y se veía fantástica. Sin embargo, se preguntó cómo reaccionarían los otros animales de la selva al verla. "¿Les gustará?", se preguntó un poco nerviosa.
Zuri salió a la selva. Cada paso que daba, dejaba un rastro de color brillante detrás de ella. Al ver a Zuri, los otros animales se detuvieron y se quedaron boquiabiertos. ¡Nunca habían visto una cebra tan colorida!
Los pájaros cantaban, las tortugas aplaudían y los monos reían. "¡Eres increíble!", le dijeron. Zuri no podía creerlo, todos la admiraban y la llamaban la cebra mágica del arcoíris.
Pero de repente, Zuri se sintió un poco triste. ¿La querían por ser colorida o por ser ella misma? Decidió que debía ser honesta y les explicó su deseo de ser especial.
Los animales la escucharon con atención y le dijeron: "Tú siempre serás especial, Zuri, no importa el color de tu piel. Tu amor y tu alegría son lo que te hacen única." Zuri se sintió más feliz entonces.
Desde ese día, Zuri aprendió que ser diferente no se trata solo de la apariencia externa, sino de ser auténtico. Y aunque le encantaba su nuevo look, se sintió aún más importante por dentro.
Zuri sonrió y decidió mantener su colorido estilo. Sobre todo, se reía y bailaba con sus amigos, sabiendo que ser diferente era lo que la hacía tan especial.