3rd Jun 2025
La casa en el acantilado se mantenía firme ante la tormenta. El viento golpeaba las ventanas con fuerza. "¡Clara!" gritó Marcos, preocupado. "¡El mar está rugiendo como un monstruo!". Chas, chas, chas. Las gotas de lluvia chocaban contra el techo. Clara entró empapada, y el frío se coló en la casa. "Pensé que no vendrías," dijo Marcos con voz profunda. Clara dejó caer su chaqueta. El sonido de las gotas seguía haciendo chas, chas, chas.
Clara miró por la ventana. Fuera, las olas golpeaban las rocas. "¿Por qué volviste?" preguntó Marcos, acercándose. "Volví porque no tengo a dónde ir," respondió Clara, temblando. Marcos la miró en silencio. "La casa no ha cambiado," dijo él, "pero tú sí." Clara dejó que el sonido de la tormenta la envolviera. El fuego en la chimenea crepitaba, llenando el espacio de calor. "Quizás no sea tarde," dijo Clara, finalmente.