6th Nov 2024
Era un día brillante en la selva. Juan y su amiga Ana, dos niños valientes, estaban listos para explorar. Con una mochila llena de comida, comenzaron su aventura bajo los enormes árboles. Los pájaros cantaban y los monos saltaban de rama en rama. La emoción se sentía en el aire.
De repente, escucharon un ruido extraño. ¡Era un rinoceronte amarillo! Se llamaba Rino. Rino tenía un corazón grande y quería unirse a ellos. Los niños se alegraron mucho y Rino prometió ayudarles a encontrar el tesoro escondido. Juntos, seguían avanzando, riendo y disfrutando del camino.
Pronto llegaron a un río brillante. No había puente, pero Ana tuvo una idea. Juntaron ramas y hojas para hacer una balsa. Con Rino empujándolos suavemente, cruzaron el río. ¡Fue muy divertido!
Al otro lado del río, encontraron un árbol enorme. En sus ramas, había un loro de muchos colores. El loro se llamaba Lolo y les dijo que el tesoro estaba cerca, pero que tenían que resolver un acertijo. Los niños escucharon atentamente e intentaron descubrir la respuesta.
Finalmente, encontraron el lugar del tesoro, escondido bajo un gran hongo. ¡Era un cofre lleno de oro y brillantes! Juan, Ana, Rino y Lolo estaban felices. Habían vivido un día fantástico en la selva, lleno de aventuras divertidas y amigos nuevos.