28th Oct 2024
Había una vez un pequeño gato llamado Milo. Milo era un gato juguetón con suaves patas y un pelaje amarillo brillante. A pesar de ser muy feliz, había un problema: Milo no sabía maullar.
Milo veía a sus amigos, los otros gatos, maullar todo el tiempo. Le encantaba escuchar sus dulces sonidos. Pero cuando él intentaba maullar, solo salía un pequeño susurro.
Un día, decidió que quería aprender a maullar. Corrió hacia la plaza del barrio, donde muchos gatos jugaban y rugían. Milo estaba decidido a encontrar su voz.
Milo se acercó a su amiga la gata, Luna. Ella le dijo: “Solo tienes que intentarlo, Milo. Respira hondo y siente la música en tu corazón”.
Milo respiró hondo y lo intentó nuevamente, pero solo salió un pequeño 'miau'. Todos los gatos se rieron suavemente, pero eso no desanimó a Milo.
Al día siguiente, Milo decidió visitar al loro parlante, Coco. Coco le enseñó a imitar sonidos. “Intenta hacer un canto de pájaro”, dijo el loro.
Milo se esforzó y practicó con los sonidos de Coco. Intentó imitar el canto, pero siempre revertía a su pequeño susurro.
Después de mucho ensayo, Milo se sintió cansado pero feliz. Se sentó en un rayo de sol y pensó en lo que había aprendido. No necesitaba un gran maullido para hacerse entender.
Milo volvió a la plaza y en lugar de maullar, empezó a ronronear suavemente. A los otros gatos les gustó su nuevo sonido. ¡Era diferente pero maravilloso!
Desde entonces, Milo se convirtió en el gato más especial del barrio, con su propio sonido. Aprendió que comunicarse no era solo maullar, ¡sino también ser auténtico!