28th Oct 2024
Había una vez un monstruo amable que vivía en un armario oscuro. Su nombre era Bruno, y aunque su aspecto era aterrador, su corazón era grande y cálido. Se pasaba los días escuchando las risas y juegos de los niños, deseando poder unirse a ellos. Sin embargo, cada vez que ellos lo veían, se asustaban y corrían lejos.
Un día, Bruno decidió hacer algo diferente. Salió de su armario y dejó una nota en la puerta de la habitación: 'Soy un monstruo amable, me gustaría tener amigos'. Se escondió detrás de una silla, esperando una respuesta. Los niños se acercaron con cautela, mirando la nota con curiosidad. ¿Podría ser cierto que un monstruo podía ser amable?
Al principio, los niños vacilaron. Pero luego uno de ellos, una niña llamada Sofía, se armó de valor y gritó: '¡Hola, monstruo amable!'. Su voz temblaba, pero estaba dispuesta a enfrentar su miedo. Bruno se asomó suavemente y sonrió, mostrando su cara amistosa. '¡Hola, Sofía! Estoy aquí para jugar'.
Con el tiempo, los otros niños vieron que Bruno solo quería amigos. En su risa y juegos, se dieron cuenta de que las apariencias engañan. El monstruo que vivía en el armario no era aterrador en absoluto, sino cariñoso y divertido. Jugaron a muchos juegos, y todos se divirtieron juntos, olvidando sus miedos.
Al final del día, los niños prometieron que siempre jugarían con Bruno. Todos aprendieron que a veces las amistades pueden venir en formas inesperadas. Bruno nunca más se sintió solo, y los niños descubrieron que, aunque lo diferente puede asustar al principio, la verdadera amistad no tiene barreras.