28th Oct 2024
Un niño llamado Mati tenía muchos juguetes. Su habitación estaba llena de camiones, muñecas y pelotas. Todos los días, Mati jugaba con ellos. Pero, había un secreto. Los juguetes se movían cuando Mati no miraba. Era un día soleado y Mati, cansado, se sentó a descansar y cerró los ojos.
Cuando Mati despertó, escuchó risitas. Miró alrededor, pero todo estaba en silencio. "Quizás fue mi imaginación", pensó. Sin embargo, al cerrar los ojos otra vez, escuchó a su camioncito decir: "¡Vamos a jugar!" Mati abrió los ojos muy emocionado. No podía creer lo que escuchaba.
De repente, los juguetes comenzaron a moverse. La muñeca a su lado tomó su mano y dijo con una sonrisa: "Hola, soy Lila. ¡Estamos listos para una aventura!" El dinosaurio, llamado Dino, rugió: "¡Sí, nuestra habitación es mágica!" Mati gritó de felicidad. Todos sus juguetes cobraron vida ante sus ojos.
Los juguetes lo guiaron hacia un mundo lleno de color. Saltaron sobre montañas de almohadas y cruzaron ríos de juguetes pequeños. Lila, Dino y Mati jugaron juntos como nunca antes lo habían hecho. Rita, la muñeca, dibujó un arco iris en el aire con su varita mágica. El cuarto brillaba con luz y risas.
Aventuras llenas de risas, aventuras sin fin. Con sus amigos, Mati voló alto, como un pájaro azulado. Descubrieron castillos entre los juguetes, donde el rey era un peluche gigante. El rey les ofreció dulces de colores y dijeron: "¡Vengan, jueguen aquí!" Mati sintió una felicidad inmensa.
Pero, pronto llegó la hora de regresar. Todos los juguetes miraron a Mati y le dijeron: "No te olvides de nosotros. Siempre estaremos aquí, listos para jugar en tu corazón". Mati asintió. Sabía que tendría amigos mágicos siempre.
Al abrir los ojos, Mati sonrió, consciente del encanto en su habitación. Todo parecía igual, pero ahora guardaba un secreto. Los juguetes esperaban a que volviera a cerrar los ojos. Desde ese día, cada siesta y cada noche eran especiales para Mati.
Así, siempre sería un niño afortunado. Sus juguetes eran más que solo cosas. Eran sus amigos mágicos que lo llevarían a viajes emocionantes. Un baile de risas, un sueño en su corazón, un secreto que lo llenaba de amor.
De día jugaba con ellos, haciendo castillos y mundos. Y de noche, al otro lado de los sueños, vivirían también grandes aventuras. Así fue el día en que los juguetes cobraron vida, y la vida de Mati nunca volvió a ser la misma.