28th Oct 2024
Había un árbol mágico en un parque. Era grande y frondoso, con hojas brillantes. Cada mañana, el árbol se despertaba y cantaba canciones dulces. Su voz era suave y hermosa, como un susurro de la brisa.
Los niños del vecindario escucharon la canción. Se acercaron al parque, llenos de curiosidad. Los rostros de los niños brillaban de alegría. Ellos querían ver de dónde venía la música.
Cuando los niños llegaron al árbol, se sorprendieron. El árbol tenía ojos amables y una sonrisa. "¡Hola, amigos!" dijo el árbol. "Bienvenidos a mi hogar, donde la música nunca para."
Los niños comenzaron a bailar y a reír. El árbol cantaba canciones de aventuras. Todos se unieron en un coro de risas. La música llenó el aire, y el parque cobró vida.
Un día, un niño llamado Lucas se sintió triste. No quería jugar ni cantar. El árbol lo vio y le preguntó: "¿Por qué estás triste, pequeño?" Lucas respondió: "No tengo amigos para jugar."
El árbol sonrió y dijo: "Ven aquí, querido Lucas. Vamos a hacer nuevos amigos juntos." Con su magia, el árbol llamó a otros niños. Ellos vinieron corriendo, llenos de emoción.
Los niños rodearon a Lucas y lo invitaron a jugar. Rápidamente, Lucas se sintió feliz. Jugaron a las escondidas y a la pelota, riendo y disfrutando del sol brillante.
Cada día, el árbol cantaba con más fuerza. Los niños vuelven al parque para jugar, siempre unidos por la música. Hicieron promesas de amistad eterna bajo las ramas del árbol.
Al caer el sol, el árbol les dio alas. Cada canción
se llevaba las penas lejos. Los niños aprendieron que la amistad es mágica. Y que siempre, en el parque, el árbol cantaría.
Las melodías del árbol se esparcieron por todo el vecindario. Ahora, todos sabían del árbol que cantaba. Crearon un lugar donde la felicidad florecía, y la música nunca se silenciaba.