28th Oct 2024
Un día lluvioso, un niño llamado Tomás miraba por la ventana. La lluvia caía sin parar, y las gotas formaban ríos en el suelo. Tomás tenía ganas de jugar, pero no podía salir. Entonces, decidió explorar su armario. En el fondo, encontró un par de zapatos coloridos y brillantes. Eran más grandes que los suyos, y parecían mágicos.
Tomás se puso los zapatos y, de repente, sintió un cosquilleo. El suelo comenzó a brillar, y al dar un paso, fue llevado a un mundo lleno de colores. El cielo se iluminó, y los árboles eran de caramelos. Tomás sonrió y saltó con alegría, sintiéndose feliz en ese lugar mágico.
Mientras caminaba, encontró un charco gigante donde los peces saltaban. Los peces llevaban gorros y bufandas, ¡y estaban bailando! Tomás se unió a su fiesta, saltando de alegría en el charco. Todos reían y se divertían mientras giraban y jugaban con él, creando momentos inolvidables.
Después de la fiesta, Tomás vio un bosque lleno de criaturas fantásticas. Había dragones de papel, unicornios con alas de colores y hadas que reían. Una hada se acercó y le dijo: "Eres muy especial, Tomás. Estos zapatos te han traído aquí para que nunca olvides la magia de la lluvia". Tomás no podía creerlo, ¡se sentía como un héroe!
Finalmente, el suelo comenzó a brillar de nuevo. Tomás supo que era hora de regresar. Al quitarse los zapatos, se dio cuenta de que todo había sido un sueño, pero en su corazón llevaba la magia del día de lluvia. Desde entonces, cada vez que llovía, Tomás sonreía, recordando las aventuras con los zapatos mágicos.