21st Nov 2024
Había una vez, en un reino de matemáticas, una hermosa torre llamada la Torre de Hanói. Esta torre tenía tres varas y en cada vara había discos de varios tamaños. La misión de un sabio llamado Eloy era mover todos los discos de la primera vara a la tercera, pero había una regla: un disco más grande nunca podría estar sobre uno más pequeño.
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Eloy era astuto y sabía que al principio tenía un número especial de discos. Cada disco era como un número en una progresión aritmética, donde se sumaba uno para obtener el siguiente. Si empezaba con tres discos, su cantidad aumentaría en uno para cada movimiento que hiciera. Eloy pensó, 'Si puedo mover un disco, después moveré dos, y luego tres.'
La primera vez, movió un disco a la tercera vara. Luego, quitó un disco más pequeño de encima del siguiente disco para moverlo. Con cada movimiento, Eloy se daba cuenta de que la cantidad de movimientos que hacía seguía esa mágica progresión aritmética: 1, 3, 7, 15.
Los habitantes del reino miraban con asombro. Decían: "Eloy, ¿cómo lo haces?" Él sonreía y decía: "Es simple! Solo necesito pensar un poco, y contar mis pasos. Siempre trato de seguir la regla de mover el número menor primero y el siguiente en la secuencia.”
Finalmente, después de muchos movimientos, Eloy logró mover todos los discos. La Torre de Hanói brillaba bajo el sol. Los habitantes celebraron su éxito y aprendieron que la magia de la matemática no solo era divertida, sino también emocionante. Eloy sonrió, y supo que había enseñado a todos sobre la progresión aritmética.
