28th Oct 2024
Había una vez un ciervo muy rápido llamado Rápido. Él corría por el bosque, mostrándose orgulloso de su gran velocidad. A veces, se burlaba de los otros animales que eran lentos, especialmente de una tortuga llamada Lenta, que siempre iba despacio.
Lenta, la tortuga, no se enojaba. Ella sabía que cada uno tenía su propio ritmo. Rápido era veloz, pero ella era sabia y conocía todos los secretos del bosque. Un día, Rápido retó a Lenta a una carrera, riendo y pensando que ganaría fácilmente.
El día de la carrera llegó. Los animales del bosque se reunieron para ver. Rápido estaba tan seguro de su victoria que decidió relajarse un momento antes de la meta. Lenta, por otro lado, comenzó a avanzar despacio pero con determinación.
Mientras Rápido dormía, Lenta siguió caminando. Ella pensaba en lo importante que era la paciencia y la amistad. Sabía que no solo se trataba de ganar, sino de disfrutar el momento y ser amable con los demás.
Cuando Rápido despertó, se dio cuenta de que Lenta se acercaba a la línea de meta. Él corrió tan rápido como pudo, pero ya era demasiado tarde. Lenta cruzó la meta primero, y todos los animales aplaudieron con alegría.
Rápido aprendió una gran lección ese día: no solo importaba ser el más rápido. La humildad y el respeto hacia los demás eran más importantes. Se acercó a Lenta y le dijo: “¡Eres increíble, amiga! Te admiro mucho.”
Lenta sonrió, porque sabía que la verdadera victoria estaba en ayudar y ser amable. A partir de ese día, Rápido y Lenta se hicieron grandes amigos. Juntos exploraban el bosque y compartían aventuras.
Rápido enseñó a Lenta a correr un poco más rápido, y Lenta enseñó a Rápido a apreciar los momentos tranquilos. Juntos aprendieron que la amistad era el verdadero tesoro.
Así, en el bosque, el ciervo y la tortuga demostraron que aunque seamos diferentes, podemos ser amigos y aprender los unos de los otros. Y así vivieron felices, disfrutando de su amistad.
Y cada vez que veían a otros animales, Rápido y Lenta recordaban su carrera y sonreían, porque lo más importante no era ganar, ¡sino tener buenos amigos!