28th Oct 2024
Era una noche estrellada. Un niño llamado Leo miró por la ventana. Ver el cielo parecía un cuento de hadas. De repente, un tren mágico apareció. Su luz brillaba y sonaba como risas.
Leo, emocionado, corrió hacia el tren. Su corazón latía muy rápido. Subió a bordo y se sentó en una ventana. El tren empezó a moverse rápido, llevando a Leo a un lugar de ensueño.
Pronto, llegaron al País de los Dulces. Todo estaba hecho de chocolate y caramelos. Leo conoció a una golosina gigante que le dio un dulce. "¡Bienvenido, Leo!" dijo con voz alegre.
Más adelante, el tren entró en un bosque encantado. Los árboles eran altos y las flores bailaban. Leo vio un unicornio. "¿Quieres montar?" le preguntó el unicornio. Leo sonrió y asintió.
Al salir del bosque, se encontraron en el mar de estrellas. El tren navegó por el agua. Leo vio sirenas que nadaban felices. "¡Ven a jugar con nosotras!" invitaron las sirenas con risas.
Siguieron avanzando y llegaron a la montaña de los sueños. Allí, había cuentos voladores. Cada cuento brillaba. Leo eligió un cuento sobre un dragón amigo.
El dragón, grande y amistoso, llevó a Leo a conocer su mundo. "No tengas miedo, soy bueno" dijo el dragón. Jugaron y rieron entre nubes de colores.
Después de muchas aventuras, el tren comenzó a regresar. Leo se sintió un poco triste, pero feliz. Había tenido un viaje maravilloso. Se despidió de todos sus amigos.
Finalmente, el tren llegó de nuevo a casa. Leo salió y miró hacia atrás. El tren mágico desapareció en el cielo. El niño sonrió, sabiendo que siempre podría volver.
Así, cada vez que hacía noche estrellada, Leo sabía que el tren de los sueños vendría a buscarlo. Juntos, vivirían nuevas aventuras.