28th Oct 2024
Había una vez un árbol alto y fuerte. Se llamaba Tilo. Tilo se veía hacia el cielo y veía aves volar. Quería volar como ellos, ligero y libre. Pero Tilo estaba plantado en la tierra.
Un día, Tilo le dijo a su amigo, el viento, "¿Por qué no puedo volar?" El viento respondió, "Porque tú eres un árbol, amigo mío, y los árboles tienen su propia magia. "
Tilo suspiró. Soñaba con tener alas brillantes. Quería sentir la brisa en sus hojas como lo hacían los pájaros. "¡Quiero volar!", gritó con todo su corazón.
El viento sonrió y le dijo, "Tilo, mira a tu alrededor. Ves a los pájaros, pero también tienes raíces fuertes. Tu fuerza es tu magia." Tilo se sintió confundido pero curioso.
Un día, una tormenta llegó. Los pájaros volaron lejos, pero Tilo se mantuvo firme. Sus raíces lo agarraron fuertemente al suelo. La lluvia lo refrescó y el viento lo acarició.
Después de la tormenta, Tilo vio cómo las aves regresaban. Pero algo diferente pasó; los pájaros se posaron en sus ramas. "Eres mi refugio," dijo un pequeño pájaro. Tilo sonrió feliz.
De repente, Tilo comprendió la verdad: aunque no podía volar como los pájaros, podía darles un hogar. Con su fuerza, ayudaba a quienes lo rodeaban.
Los pájaros cantaban en sus ramas, llenando a Tilo de alegría. "Ser un árbol es especial," pensó, mientras observaba a sus amigos volar y regresar.
Tilo acarició sus hojas con el viento y sintió la belleza de ser fuerte. Ahora entendía que volar no es lo único que importa.
Y así, el árbol que quería volar aprendió a amar su hogar en la tierra, reafirmando su fuerza y la importancia de ser quien realmente era.