28th Oct 2024
En un tranquilo parque, había un árbol grande y viejo. Este árbol, de hojas verdes brillantes y tronco robusto, era sabio y hablador. Cada día, los niños se sentaban bajo su sombra y escuchaban sus historias llenas de magia y aventuras. Un día soleado, los niños llegaron corriendo, emocionados por escuchar otra de sus maravillosas historias.
El árbol comenzó a contarles sobre un tiempo en que los animales del parque organizaron un gran festival. Habló de cómo los pájaros cantaban hermosas canciones y los conejos hacían carreras divertidas. Los niños reían y aplaudían mientras el árbol narraba aventuras de dragones y héroes valientes. Cada historia era un mundo nuevo que compartía con ellos.
Pero un día, el árbol se puso triste. Sus hojas comenzaron a caer y su tronco se sentía débil. Los niños notaron el cambio y le preguntaron qué sucedía. El árbol les explicó que había perdido su magia porque necesitaba ayuda para salvar su hogar. Con determinación, los niños decidieron que debían ayudar a su viejo amigo.
Juntos, los niños comenzaron a cuidar del árbol. Regaron sus raíces, limpiaron el parque y plantaron nuevas flores alrededor de él. Con cada acto de bondad, el árbol se sentía más fuerte. Las hojas regresaron, brillantes y verdes, y pronto el árbol volvió a contar historias con más energía que nunca.
Al final, el árbol sonrió y les agradeció a los niños por su ayuda. Ellos se sintieron felices de saber que habían hecho algo bueno. Desde ese día, el árbol compartió nuevas historias, llenas de lecciones de amistad y amor por la naturaleza, y los niños aprendieron que juntos podían hacer grandes cosas.