28th Oct 2024
Había una vez un pequeño pueblo donde el viento era especial. Los niños siempre escuchaban susurros suaves que les contaban secretos y aventuras. Un día, Marisol, una niña curiosa, decidió descubrir la magia del viento. Ella miró al cielo y sus ojos brillaron, sintiendo una conexión única con la brisa que pasaba.
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Marisol cerró los ojos y se imaginó volando. El viento la abrazó, llevándola a un lugar lleno de colores y luz. Allí vio a otros niños, todos riendo y flotando, disfrutando de la libertad que solo el viento podía dar. Ella dijo: "¡Puedo volar!" y se sintió ligera como una pluma.
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Mientras volaba, Marisol vio vastos paisajes. Montes altos, ríos que brillaban y flores que danzaban en el aire. El viento le susurraba: "Solo necesitas creer en ti misma para volar más alto". Con esa poderosa frase, la niña sonrió y se dejó llevar más lejos aún, alcanzando las nubes.
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De repente, Marisol conoció a un pequeño pájaro que también quería aprender a volar. Ella le dijo: "¡Ven, amigo! ¡El viento nos enseñará!" Juntos, brincaron sobre las corrientes de aire, creando giros y acrobacias emocionantes. El viento se convirtió en su cómplice, llevándolos en un viaje inolvidable.
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Al regresar a casa, Marisol sabía que la magia del viento estaba dentro de cada uno de ellos. Compartió su aventura con sus amigos, animándolos a soñar grande. Desde ese día, los niños jugaron juntos, recordando que el viento tenía la magia de llevarlos a donde sus sueños podían volar.
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