28th Oct 2024
Un día soleado en el pueblo de Colorín, un niño llamado Miguel jugaba en el parque. Miguel era un niño curioso y siempre estaba buscando aventuras. El cielo era azul y los pájaros cantaban alegres. Todo parecía perfecto en su día.
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De repente, las nubes comenzaron a cambiar de color. Primero, un rosa brillante llenó el cielo. Después, llegó el azul, luego el verde, amarillo y violeta. Miguel miró hacia arriba, sorprendido de ver un espectáculo tan hermoso.
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La lluvia de colores comenzó a caer del cielo. Pero, no era agua, eran pequeños brillitos que danzaban y caían suave hacia el suelo. Miguel comenzó a reír y a saltar bajo la lluvia mágica. Sus amigos se unieron a él, llenando el parque de risas.
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Los niños recogieron los colores en sus manos. Todo el pueblo salió de sus casas para ver la maravilla. Las sonrisas se dibujaron en sus rostros al ver el esplendor de la lluvia. Todos se sintieron muy felices juntos.
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Las flores del parque florecieron más brillantes que nunca. El jardín parecía un arcoíris de colores vibrantes. La gente comenzó a bailar y a cantar, celebrando esta lluvia especial. Los adultos también sonrieron, olvidando sus preocupaciones.
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Miguel decidió hacer un dibujo con los colores que caían. Con una hoja blanca y sus crayones, creó un gran mural en el parque. Puso un sol radiante y un cielo lleno de colores. Todos admiraron su obra de arte.
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La lluvia de colores continuó durante horas, y no parecía querer parar. La alegría en el pueblo era contagiosa. Los niños jugaron y corrieron, llenando el aire con risas y juegos. Fue un día que nadie olvidaría jamás.
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Cuando el sol comenzó a ponerse, los colores empezaron a desaparecer lentamente. Pero en el corazón de cada persona, la felicidad quedó llena de colores. Miguel sintió que ese día había sido mágico y especial.
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Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Miguel soñó con la lluvia de colores. En su sueño, era un pintor mágico que llenaba el mundo de alegría. Los colores lo hacían sentir libre y feliz, siempre.
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Al despertar, Miguel sonrió. Sabía que aunque la lluvia de colores se había ido, siempre guardaría la felicidad en su corazón. El espíritu de la lluvia de colores viviría en él y en todos los que habían sido parte de esa mágica experiencia.
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