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Cuentos Para Dormir
Descubre cómo los amigos de la granja se unen para ayudar a su dueño, el granjero Pedro, a salvar su hogar lleno de amor y alegría.
En una granja verde y brillante, vivían muchos animales. Había vacas, cerdos, patos y ovejas. Todos eran amigos y jugaban juntos en el campo. Un día, el sol brilló más que nunca, pero algo estaba mal. El granjero Pedro se veía triste. ¿Qué pasaba con él?
Los animales se reunieron debajo del árbol grande. La vaca Clara dijo: '¡Debemos ayudar a Pedro!'. Todos asintieron con la cabeza. Los patos graznaron y los cerdos grunieron. Era hora de actuar. La granja necesitaba su ayuda.
Pedro había perdido su cosecha. Las verduras estaban marchitas y no había comida para el invierno. '¡Debemos encontrar una manera de ayudar!', dijo el gallo Tito con voz fuerte. '¡Vamos a trabajar juntos!', gritó la oveja Lía. Todos estaban listos para ayudar.
Primero, Clara la vaca trajo agua fresca del pozo. '¡Bebed, plantas!', decía mientras regaba el suelo. Los cerdos, con sus narizotas, comenzaron a mover la tierra. '¡Esto será divertido!', gritó Pablo el cerdo. Los patos nadaban en un charco cercano y graznaban felices.
Lía la oveja trajo semillas de flores de su rincón favorito. '¡Plantemos flores para hacer la granja bonita!', sugirió. Todos estaban de acuerdo, y empezaron a sacar tierra y hacer agujeros para las semillas. Las flores pronto empezarían a crecer.
Mientras trabajaban, cantaban una canción alegre. 'En la granja hay amor, en la granja hay paz. ¡Todos juntos aquí, nunca se irás!', cantaban los animales. Su música llenó el aire y el sol brilló con más fuerza.
Después de un día de trabajo, las verduras comenzaron a resurgir. El granjero Pedro sonrió al ver la granja transformada. '¡Gracias, amigos! Ustedes son los mejores!', exclamó con felicidad. Todos los animales brincaron y bailaron.
Con el agua fresca, la tierra movida y las semillas sembradas, la granja floreció. Las verduras crecieron verdes y brillantes. Los colores llenaron la granja, y los animales estaban felices.
Cuando llegó el invierno, había mucha comida. '¡Podemos compartir con todos!', dijo Lía. La granja era un lugar lleno de amor y alegría. Los amigos de la granja se sintieron orgullosos de su trabajo.
Así que, cada día, los animales se ayudaban unos a otros. El granjero Pedro no estaba triste. Siempre sonreía y cantaba con sus amigos. 'Gracias por hacer de esta granja un hogar feliz!', decía.
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