7th Oct 2024
Sofía estaba emocionada. Era la víspera de su cumpleaños. Ella tenía muchos juguetes en su habitación. Pero esa noche, algo extraño pasó. Los juguetes empezaron a moverse y a hablar, ¡qué sorpresa tan rara!
Los ositos de peluche, robots y muñecas estaban cansados de ser olvidados. Habían pensado en una rebelión. Vieron a Sofía jugar un día, pero desde entonces, ella no les prestaba atención. Decidieron que era el momento de actuar, la hora de la acción.
Sofía escuchó un ruido en medio de la noche. Se despertó con curiosidad y vio a sus juguetes hablando entre ellos. Los ositos se quejaban de estar arrogantes en una caja. Sofía se asustó, pero su corazón también se llenó de tristeza.
“¡Por favor, escúchenme!” gritó Sofía con voz temblorosa. “No están solos, tienen un lugar en mi vida. Siempre los llevo en mi corazón”. Los juguetes se miraron entre sí, sorprendidos por las palabras de Sofía.
El robot, cuyo nombre era Ciber, dijo: “Sofía, hemos estado tristes. Solo queremos ser parte de tu felicidad. Pero a veces, nos dejas atrás”. Ella sonrió y les prometió pasar más tiempo con ellos, jugar y contar historias juntos, sin dejar a ninguno fuera.
“Podemos tener aventuras, hacer resbaladizas carreras en el salón”, sugirió una muñeca llamada Bella. “También podemos tener una fiesta de cumpleaños para Sofía. ¡Sería genial!” Sofía se sintió llena de alegría al escuchar a sus juguetes emocionarse.
Comenzaron a planear la fiesta perfecta. Ellos pensaron en globos, pasteles y mucha diversión. Así, la noche pasó volando mientras Sofía y sus juguetes se organizaban para el gran día. Cada uno de ellos tenía algo que hacer, ¡sería una sorpresa increíble!
A la mañana siguiente, Sofía se despertó en una habitación llena de colores. Había globos, serpentinas, y un gran pastel sobre la mesa. ¡Ella no podía creerlo! Sus juguetes habían organizado la mejor fiesta de cumpleaños.
Sofía abrazó a sus juguetes y les dijo: “¡Gracias por esta maravillosa sorpresa! Nunca más los olvidaré”. Y así, su amistad creció, convirtiéndose en algo especial cada día y cuidando siempre su lugar en su corazón.
Desde entonces, Sofía siempre jugó con sus juguetes. Aprendió que incluso los que son olvidados necesitan amor. Por eso, nunca más hubo planes de rebelión, solo alegría y diversión, en cada rincón de su habitación.