
28th Oct 2024
Un día soleado, una niña llamada Sofía encontraba un sombrero raro en su jardín. El sombrero era de colores brillantes; tenía rojo, azul y amarillo. Sofía se lo puso en la cabeza y, de repente, el sombrero comenzó a volar. "¡Wow!" gritó Sofía, sintiendo el viento fresco en su cara. El sombrero la llevó hacia el cielo, alto, alto, muy alto.
Sofía miraba hacia abajo y veía su casa como un pequeño punto. "¿A dónde vamos?" preguntó emocionada. El sombrero volaba hacia un lugar mágico lleno de colores vivos y grandes sonrisas. Las nubes eran de algodón de azúcar, y el sol brillaba como un gran balón amarillo. Todo era tan hermoso y divertido.
Al aterrizar, Sofía vio a muchas criaturas bailando. Había un conejo con un traje de pirata y un pato que tocaba una guitarra. "¡Únete a nosotros!" dijo el conejo. Sofía sonrió y comenzó a bailar. Las risas llenaban el aire y la música era alegre y encantadora.
Sofía se divertía tanto. Cada vez que daba un paso, flores de colores brillantes crecían bajo sus pies. Había rosas rojas, girasoles amarillos, y azules lirios. Ernestina, la mariposa azul, la llevó a ver un arroyo lleno de agua brillante como diamantes.
"¿Quieres traer a tus amigos aquí?" preguntó el pato guitarrista. Sofía pensó en sus amigos y cómo les encantaría este lugar. Estaba muy feliz y ya no quería irse. Pero el sol comenzaba a ponerse, y los colores del cielo se volvían suaves pasteles.
Sofía miró al sombrero mágico que la había traído. "¿Puedes llevarme a casa pero regresar más tarde?" pidió. El sombrero asintió y comenzó a elevarse de nuevo. Sofía se despidió de sus nuevos amigos con promesas de volver. Las criaturas le dijeron adiós, y su risa quedó en el aire.
Arriba, en el cielo, Sofía miraba cómo el mundo se hacía pequeño. "Este fue el mejor día de mi vida" pensó. El sombrero la llevó de regreso a su jardín, y ella se lo quitó, sonriendo de oreja a oreja. Ahora, sabía que el sombrero era mágico.
Al entrar a casa, Sofía pensó en todas las aventuras que tendría. Así que lo colocó en un lugar especial. Cada vez que sintiera ganas de aventuras, sabía que el sombrero volador estaría esperando para llevarla a su mundo de sueños nuevamente.
Desde aquel día, Sofía nunca dejó de sonreír. Sabía que la magia estaba en cualquier lugar, solo necesitaba un sombrero volador y un corazón lleno de alegría.