23rd Oct 2024
Había una vez en un pequeño pueblo, dos hombres que vivían juntos. Uno de ellos era muy trabajador y siempre hacía su tarea. El otro hombre era muy flojo y nunca quería trabajar en nada. Aunque el trabajador siempre estaba ocupado, el ocioso solo pasaba el día durmiendo y jugando.
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Un día, los dos hombres fueron a buscar trabajo. El hombre trabajador se esforzó mucho y completó su tarea con buen cuidado. Mientras tanto, el hombre flojo no hizo nada y se quedó descansando. Cuando el día terminó, el trabajador se sintió feliz porque sabía que había hecho un buen trabajo.
El dueño de la tienda pagó al hombre trabajador. Él recibió una bolsa de monedas brillantes. Pero cuando el hombre flojo fue a pedir su pago, el dueño le dijo: 'No hiciste nada, así que no recibirás nada'. El hombre flojo se enojó y se fue a casa, gritando.
Esa noche, el trabajador celebró su éxito con una cena rica. Se sentó con su familia y compartió su historia. Mientras tanto, el hombre ocioso se quedó en su cama, sin dinero y sintiéndose triste. Aprendió que el esfuerzo trae recompensas y que ser flojo no es la mejor elección.
Desde ese día, el hombre ocioso pensó en su vida y decidió hacer un cambio. Poco a poco, empezó a ayudar al hombre trabajador. Juntos lograron más y aprendieron que trabajar en equipo es lo mejor. Al final, el hombre ocioso no solo ganó dinero, sino también la amistad del trabajador, y así todos vivieron felices.
