7th Oct 2024
Clara era una niña curiosa. Un día, encontró un sombrero extraño en el parque. Tenía colores brillantes y parecía brillar. Clara se lo puso y, ¡oh sorpresa! El sombrero cambió de color.
Cuando el sombrero se volvió rojo, Clara sintió mucha felicidad. De repente, voló a un mundo lleno de dulces. Había ríos de chocolate y montañas de gomitas.
Clara se deslizó por un tobogán de caramelo. Se rió con sus nuevos amigos, unos ositos de peluche. Jugaron hasta que el sombrero cambió a azul.
El azul significaba que Clara estaba tranquila. En este mundo, podía nadar con delfines. Hicieron saltos altos, y Clara se sintió libre como el mar.
Después, el sombrero se volvió amarillo. ¡Era tiempo de aventura! Clara se encontró en un bosque con árboles de oro. Allí conoció a un dragón amistoso.
El dragón la llevó a un castillo donde vivían hadas. Juntas, hicieron magia y Clara aprendió a volar. ¡Sentía una alegría tan pura!
Cuando el sombrero brilló en verde, Clara sintió amor. Fue a un jardín mágico donde las flores hablaban. Le contaron secretos de la naturaleza.
Finalmente, el sombrero se tornó negro, y Clara sintió un poco de tristeza. De repente, estaba en un lugar oscuro pero acogedor. Allí, un murciélago le dio un consejo.
“La tristeza es parte de la vida,” dijo el murciélago, “pero también pasará.” Clara sonrió, recordando que todos los colores tienen su razón.
Volvió a casa con el sombrero en su cabeza. Cada color, cada aventura, le enseñó algo nuevo. Clara sabía que siempre podría volver al mundo donde todo es posible.