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Cuentos Para Dormir
Descubre el mágico viaje de Tomás, un niño que comparte sus sueños con amigos, convirtiendo lo imaginario en realidades llenas de alegría y magia.
Había una vez un niño llamado Tomás. Tomás tenía un gran secreto, un secreto mágico que guardaba muy bien. Cada noche, soñaba con cosas increíbles. Soñaba con volar y jugar con estrellas. Pero, había algo más. El secreto era que podía compartir sus sueños con sus amigos.
Un día, Tomás decidió contarles a sus amigos sobre su secreto. Se reunió en el parque con sus amigos, Ana y Luis. Les dijo: "¡Puedo compartir mis sueños!" Ellos estaban muy emocionados. Ana preguntó: "¿Cómo lo hacemos?" Tomás sonrió y les dijo que debían cerrar los ojos y pensar juntos.
Esa noche, Tomás, Ana y Luis se sentaron en círculo bajo un gran árbol. Todos cerraron los ojos. Tomás empezó a contar un sueño. "En mi sueño, hay un dragón que vuela por el cielo. Es un dragón de colores. ¿Quieren verlo?" Todos dijeron que sí, con muchas ganas.
De repente, algo mágico ocurrió. Un suave brillo rodeó a los tres amigos. Cuando abrieron los ojos, estaban volando entre nubes de colores. Vieron el dragón volar entre las estrellas. "¡Es real!" gritó Luis, lleno de alegría. Ellos reían y aplaudían mientras volaban alto.
El dragón, que era amable, les llevó a un bosque encantado. Allí, encontraron flores que cantaban y ríos que bailaban. Ana tocó una flor y esta comenzó a cantar una canción dulce. Tomás les dijo: "¡Nuestros sueños son mágicos! Podemos hacer lo que queramos aquí!".
Pasaron la noche explorando y riendo. Jugaban con los animales del bosque y hacían que todo cobrara vida con su alegría. Todo lo que pensaban, se hacía realidad. Un unicornio se unió a ellos y saltaron juntos por prados llenos de luz.
Cuando la luna comenzó a bajar, Tomás dijo que tenían que regresar. Se despidieron de sus nuevos amigos del bosque. El dragón los llevó nuevamente bajo el gran árbol. Allí, los tres amigos se abrazaron y sonrieron, llenos de felicidad.
Desde ese día, Tomás, Ana y Luis compartieron sus sueños cada noche. Nunca olvidaron lo mágico que era volar y jugar en su mundo de sueños. Esos momentos se hicieron muy especiales.
Los días pasaron y todos en su vecindario notaron que algo había cambiado. Todos estaban más felices. Tomás entendió que compartir sus sueños no solo traía alegría a sus amigos, sino también a todos los que los rodeaban.
Así fue como Tomás descubrió El secreto de los sueños. Los sueños son más bonitos cuando los compartimos. Y si tenemos corazón y amistad, ¡podemos hacer que esos sueños se hagan realidad!
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