28th Oct 2024
Un pequeño ratón llamado Miguel vivía en un agujero de un viejo roble. Un día, mientras exploraba el bosque, encontró un sombrero muy extraño y colorido. Era un sombrero mágico que le prometía cumplir deseos si lo usaba con un corazón puro. Miguel estaba emocionado y decidió probarlo.
Miguel se puso el sombrero y deseó que todos sus amigos tuvieran un gran festín. Al instante, apareció una mesa llena de deliciosos quesos, frutas y galletas. Sus amigos, el conejito Lucas y la ardilla Sofia, llegaron corriendo al olor de la comida. Juntos, disfrutaron de la fiesta y agradecieron a Miguel por su buen corazón.
Después del festín, Miguel pensó en otros deseos que podría pedir. Deseó tener un lugar especial donde todos pudieran jugar. Con un parpadeo del sombrero, en el bosque apareció un mágico parque lleno de columpios, toboganes, y un lago brillante. Todos los animales del bosque vinieron a jugar y a disfrutar juntos.
Cada vez que Miguel usaba el sombrero, hacía algo especial por sus amigos. Deseó que la lluvia dejara de mojar el nido de los pajaritos y así, el sol brilló con fuerza. Sus amigos estaban tan felices por las pequeñas cosas que Miguel hacía con su sombrero mágico. Miguel se sentía orgulloso de poder ayudar a quienes amaba.
Un día, Miguel decidió que ya no debía usar el sombrero para sí mismo. Solo quería que sus amigos fueran felices siempre. Entonces, guardó el sombrero en su agujero y lo compartió con todos cuando era necesario. Miguel aprendió que el verdadero poder está en compartir y hacer felices a los demás.