20th Jun 2025
Érase una vez, un príncipe y una princesa que se conocieron en un hermoso jardín. "¡Hola!" dijo el príncipe, sonriendo. "¿Quieres jugar conmigo?" La princesa asintió, ambos corrieron y rieron mientras recogían flores y observaban mariposas danzarinas. Pasaron el día juntos, disfrutando de la belleza del lugar y forjando una linda amistad.
Con el tiempo, su amistad se convirtió en amor. Un día, el príncipe le dio a la princesa un anillo muy pequeño y le preguntó: "¿Te gustaría casarte conmigo?" Ambos fueron al juez y firmaron un papel lleno de sueños. Luego nació su hija, Dominique, con piel canela y ojos grandes como su mamá. La familia era feliz, pero pronto llegaron las tristezas. El príncipe y la princesa tuvieron problemas y la confianza se rompió, lo que rompió el corazón de la princesa. Jesús, lleno de amor, ayudó a sanar su corazón con venditas de esperanza.
Un día, mientras Dominique jugaba en el jardín donde sus padres se conocieron, encontró una mariposa de colores brillantes. "¡Mira, mami!", gritó emocionada. La princesa, al ver la mariposa, recordó los momentos felices que había compartido con el príncipe y sintió una chispa de esperanza en su corazón.
Con la ayuda de Jesús, el príncipe y la princesa empezaron a hablar más, compartiendo sus sentimientos y preocupaciones. "Te he echado de menos", dijo el príncipe con una sonrisa tímida. La princesa le tomó la mano y juntos decidieron trabajar en reconstruir la confianza y el amor que una vez tuvieron.
Poco a poco, la alegría volvió a llenar su hogar. Dominique, al ver a sus padres felices, les dijo: "La mariposa me dijo que todo estaría bien". La familia reía y jugaba en el jardín, sabiendo que el amor siempre encuentra el camino con un poco de fe y esperanza.