11th Jan 2024
Había una vez un niño llamado Juan que amaba pasar tiempo en el parque. Un día, mientras paseaba por el parque, tropezó con un agujero oculto entre la hierba y cayó en él. Para su sorpresa, se encontró en un mundo completamente diferente. El cielo estaba lleno de dragones voladores de todos los colores imaginables. Juan estaba emocionado y asustado al mismo tiempo.
Mientras exploraba este mundo mágico, Juan llegó a un valle cubierto de flores y árboles mágicos. En el medio del valle había un enorme lago de aguas cristalinas. Pero lo más sorprendente eran los dragones acuáticos nadando en el lago. Tenían escamas brillantes y nadaban con gracia. Juan se acercó al borde del lago y se maravilló de la belleza de estos seres mágicos.
Después de pasar un rato en el valle, Juan siguió explorando y llegó a un bosque encantado. Los árboles eran gigantes y luminosos, y parecían susurrarle al viento. En las ramas de los árboles, los dragones campan a sus anchas, volando de un lado a otro con majestuosidad. Juan sintió que entraba en un lugar lleno de magia y misterio.
Continuando su aventura, Juan llegó a una montaña nevada. Allí, descubrió un nido de dragones bebés. Eran adorables, con sus pequeñas alas y sus ojos curiosos. Los dragones jugaban entre ellos emitiendo chispas de fuego mientras reían. Juan se rió con ellos y se sintió bendecido por poder presenciar semejante espectáculo.
Finalmente, Juan llegó al castillo del rey dragón. El castillo estaba hecho completamente de cristal y brillaba bajo la luz del sol. A la entrada, dos imponentes dragones guardianes protegían la puerta. Juan se acercó con cautela y se presentó. Los dragones guardianes, impresionados por la valentía de Juan, lo llevaron ante el rey dragón.
El rey dragón resultó ser Draco, un dragón amable y sabio. Draco le contó a Juan la historia de este mundo mágico y cómo los dragones vivían en armonía con la naturaleza. Juan y Draco se hicieron amigos rápidamente y pasaron mucho tiempo juntos, explorando el mundo de los dragones y aprendiendo el uno del otro.
A medida que pasaban los días, llegó el momento en que Juan tenía que volver a casa. Draco le dijo que siempre sería bienvenido en el mundo de los dragones y que nunca olvidara la magia que había experimentado. Con el corazón lleno de gratitud y recuerdos increíbles, Juan regresó a su propio mundo, sabiendo que siempre tendría un amigo en Draco y un lugar mágico en su corazón.