25th Mar 2025
Mateo siempre se preguntaba qué hacía que una casa fuera un hogar. Un día, su abuela le dijo: —Mateo, un hogar no es solo un lugar… es lo que sientes cuando estás en él. Esa noche, Mateo cerró los ojos y soñó con un viaje especial. En su sueño, llegó a una enorme casa con paredes blancas y muebles impecables. Caminó por sus pasillos, pero todo se sentía frío y silencioso. —¿Eres un hogar? —preguntó Mateo. —No todavía —respondió la casa con un susurro—. Solo soy un espacio vacío. Necesito risas, historias y amor para convertirme en hogar. Mateo asintió y siguió su camino.
Más adelante, llegó a un parque lleno de niños jugando. Se sentó en un columpio y vio a una familia compartiendo una merienda. —Este sí es un hogar —pensó. Después, apareció en una estación de tren. Todo era movimiento: gente corriendo, valijas de un lado a otro, nadie se quedaba mucho tiempo. —¿Eres un hogar? —preguntó Mateo. —No, soy un "no-lugar" —respondió la estación—. Aquí la gente solo pasa, pero nadie se queda. Mateo entendió que no todos los espacios se sentían como un hogar.