16th Aug 2023
Había una vez un niño llamado Juan que vivía en un pequeño pueblo llamado Huancavelica. Juan era un niño amable y cariñoso, pero desafortunadamente, era discriminado por algunas niñas del pueblo llamadas Sofia y Raquel.
Sofia y Raquel siempre se burlaban de Juan por ser de Huancavelica. Decían cosas hirientes y le hacían sentir que no pertenecía. Esto entristecía mucho a Juan, ya que él solo quería hacer amigos y ser aceptado.
Un día, mientras Juan caminaba triste por el parque del pueblo, se encontró con un perro abandonado. El perro estaba asustado y solitario, al igual que Juan. Sin pensarlo dos veces, Juan decidió llevar al perro a su casa y cuidarlo.
El perro se convirtió en el mejor amigo de Juan. Juntos, exploraban el pueblo, jugaban en el parque y se apoyaban mutuamente. A través de esta amistad, Juan encontró la fuerza para enfrentar la discriminación y superarla.
Poco a poco, las niñas Sofia y Raquel comenzaron a darse cuenta de que estaban equivocadas. Juan no era diferente por venir de Huancavelica, sino que tenía un corazón bondadoso y valiente. Se acercaron a Juan para disculparse y prometieron cambiar su actitud.
Desde ese día, Sofia, Raquel y Juan se convirtieron en amigos inseparables. Juntos, aprendieron a valorar la diversidad y a no juzgar a las personas por sus orígenes. El pequeño pueblo de Huancavelica se convirtió en un lugar donde todos eran aceptados y respetados, sin importar de dónde venían.
La historia de Juan nos enseña que el amor y la amistad pueden romper barreras y superar la discriminación. No importa de dónde venimos, sino cómo tratamos a los demás. Todos merecemos ser aceptados y amados por quienes somos.