7th Oct 2024
Una noche clara, un niño llamado Lucas miraba al cielo oscuro. Las estrellas brillaban con todo su fulgor. De repente, vio una estrella fugaz que caía. "¡Mira, Sofía!" gritó, su hermana. Ella corrió a su lado, emocionada por el destello.
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La estrella aterrizó cerca de su casa, en el fondo del jardín. Era brillante y reluciente, como un diamante. Lucas y Sofía se acercaron lentamente. La estrella emitía un suave brillo que iluminaba sus rostros llenos de asombro.
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"¿Qué haremos con esta estrella?" preguntó Sofía, mirando su resplandor. Lucas, pensativo, recordó la leyenda que su abuelo contaba. La estrella podría conceder un deseo, pero solo uno. La emoción llenó el aire mientras pensaban en lo que podrían desear.
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"Podríamos tener un perro divertido y juguetón", sugirió Sofía. Lucas sonrió, pero pensó en algo más grande. "O, tal vez, viajar por todo el mundo", dijo él, imaginando aventuras en tierras lejanas. La estrella brilló más fuerte ante sus ideas.
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Decidieron que necesitaban más tiempo para elegir. Así que se sentaron junto a la estrella, sus cabezas juntas, hablando de los sueños que tenían. Hablaron de ser astronautas, de conocer el mar, de un mundo lleno de emoción y felicidad.
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Mientras las horas pasaban, la estrella parecía escuchar, deslizando destellos de luz. "No es fácil decidir un deseo", dijo Sofía, un poco frustrada. Lucas asintió, sabiendo que debían elegir sabiamente, porque ese deseo cambiaría todo.
La luna se elevaba en lo alto, iluminando sus caras. "¿Qué pasaría si deseáramos algo para todos?", preguntó Lucas, iluminado por una idea brillante. "Un deseo de paz, para siempre y en todo lugar", sugirió Sofía con una sonrisa.
Ambos miraron la estrella. Con una mirada de acuerdo, supieron que ese sería su deseo. Todo lo que querían era ver sonrisas en todas partes, desde la montaña más alta hasta el océano más profundo. Respira profundo, luciérnagas, estén listas para brillar.
Lucas cerró los ojos y tomó la mano de Sofía. "¡Te deseamos, estrella fugaz!", gritaron juntos. La estrella brilló intensamente, disipando todos sus sueños. A la mañana siguiente, el mundo era más amable, lleno de risas y alegría.
La aventura no terminó ahí, porque cada deseo lleva su historia. Lucía y Sofía aprendieron que al dar, reciben mucho más. Cada estrella que ven, saben bien que una luz sigue brillando, y los sueños se hacen realidad con amor y alegría.
