28th Oct 2024
Había una vez un pequeño dragón llamado Draco que vivía en una montaña alta. Draco era diferente a otros dragones. Él no quería asustar, él solo quería jugar. Un día, decidió bajar al bosque y conocer a los animales que vivían allí.
Al llegar al bosque, Draco vio a un grupo de conejos jugando. Se acercó y dijo, "¡Hola! Soy Draco, el dragón!". Los conejos se asustaron y saltaron a sus agujeros. Draco se sintió triste. Él solo quería hacer amigos.
No lejos de allí, había un ciervo llamado Tomás. Cuando vio a Draco, no se asustó. Tomás dijo: "Hola, pequeño dragón. No tienes que asustar, eres amable. Juguemos juntos". Draco brilló de felicidad y fue a jugar con Tomás.
Juntos, Draco y Tomás empezaron a explorar el bosque. Encontraron ríos brillantes y flores de colores. Cada animal que conocieron aprendió que Draco era diferente y que no había nada de qué temer. Todos comenzaron a sonreír y jugar juntos.
Desde ese día, Draco abrazó su diferencia. Aprendió que ser sí mismo era importante. Y así, el pequeño dragón que no quería asustar se convirtió en el mejor amigo del bosque. Todos lo querían, y él nunca se sintió solo otra vez.