28th Oct 2024
Era un día soleado y brillante. Un grupo de amiguitos decidió hacer un picnic en el parque. Ellos eran Ana, un niño de ojos grandes y pelo rizado. También estaban Luis, que llevaba una gorra roja y siempre estaba sonriente, y Sara, una niña con coletas que adoraba las fresas. Todos estaban emocionados por la aventura que les esperaba.
Cargaron sus mochilas con sándwiches, frutas y mucha agua. En el parque, encontraron un lugar perfecto bajo un gran árbol. “¡Aquí es ideal!” dijo Ana. Desplegaron una manta colorida y comenzaron a sacar la comida. El aire olía a flores frescas y el canto de los pájaros era la música de fondo.
Mientras comían, empezaron a hablar sobre juegos. Luis sugirió jugar a la búsqueda del tesoro. “¡Sí, hagámoslo!” gritaron. Juntos, hicieron un mapa y anotaron los lugares donde podían esconder sorpresas como dulces y pequeños juguetes.
Empezaron su búsqueda. Corrieron de un lado a otro del parque. Ana encontró un dulce escondido en un arbusto. “¡Lo tengo!” gritó. Sara, por su parte, descubrió un juguete en un árbol. “¡Miren lo que encontré!” exclamó, mostrando su hallazgo con una gran sonrisa.
Después de un tiempo de búsqueda, los amiguitos se sentaron a descansar. Todos estaban felices y un poco cansados. Decidieron hacer un concurso de quién podía contar el chiste más divertido. Luis comenzó, “¿Por qué el pollo cruzó la carretera? ¡Para llegar al otro lado!” Todos rieron a carcajadas, y las risas llenaron el aire.
De repente, un grupo de patos llegó al área del picnic. Luis dijo: “¡Miren, amigos! Vamos a alimentarlos.” Sacaron pan del picnic y comenzaron a lanzar migas. Los patos estaban muy felices y nadaban en el lago mientras comían.
Después de alimentar a los patos, decidieron jugar a la pelota. Todos corrieron y gritaron mientras pasaban la pelota. Ana hizo un gol increíble y todos gritaron de alegría. “Tú eres la mejor jugadora!” decía Sara, emocionada.
El sol comenzó a ponerse y el cielo se llenó de hermosos colores. Era hora de recoger. “Fue el mejor picnic de todos,” dijo Luis. Todos estuvieron de acuerdo mientras recogían todo y se preparaban para ir a casa.
Al final del día, cada uno de los amiguitos llevaba un hermoso recuerdo en su corazón. Habían compartido risas, juegos y muchas aventuras. “¡Vamos a hacer otro picnic pronto!” prometieron, llenos de alegría.