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JORGE ANTONIO IHUE UMIRE

11th Jan 2024

Nuestro Viaje Cósmico

Hacemos parte del destino cósmico, pero estamos marginados: nuestra Tierra es el tercer satélite de un sol destronado de su puesto central, convertido en astro pigmeo errante entre miles de millones de estrellas en una galaxia periférica de un universo en expansión. Somos seres cósmicos y terrestres. La Tierra vista desde el espacio nos muestra la belleza de nuestro hogar rodeado de millones de estrellas, recordándonos nuestra conexión con el vasto cosmos.

Somos seres cósmicos y terrestres. La Tierra vista desde el espacio, rodeada de millones de estrellas.

Nuestro planeta se congregó hace cinco mil millones de años, a partir, probablemente, de destrucciones cósmicas que resultaron de la explosión de un sol anterior; y hace cuatro mil millones de años surgió la organización viviente de un torbellino macromolecular con tormentas y convulsiones telúricas. La vida luchó por establecerse en un mundo lleno de predadores y devoradores, enfrentando la extinción en varias ocasiones. Pero perseveró, diversificándose en especies y dando origen a ecosistemas donde la vida y la muerte coexisten en una cadena trófica.

Nuestro planeta erra en el cosmos, en una posición marginal y periférica. Debemos asumir las consecuencias de esta situación y reconocer nuestra identidad terrenal. Como seres vivos de este planeta, dependemos vitalmente de la biósfera terrestre y debemos cuidarla para garantizar nuestra supervivencia.

La importancia de la hominización es fundamental para entender nuestra condición humana. A lo largo de millones de años, hemos evolucionado desde especies anteriores hasta convertirnos en homo sapiens, con el cerebro como nuestro mayor atributo. La antropología prehistórica nos muestra cómo esta evolución ha sido discontinua pero continua a la vez, con el surgimiento del lenguaje y la cultura. Hemos adquirido conocimientos, habilidades y creencias que se transmiten de generación en generación.

Somos resultado del cosmos, de la naturaleza y de la vida, pero nuestra humanidad, nuestra cultura y nuestra conciencia nos han alejado de este cosmos que nos es íntimo. A medida que exploramos racional y científicamente el universo, nos distanciamos de él. Sin embargo, en nuestra singularidad llevamos la humanidad, la vida y el misterio del cosmos. No podemos ser comprendidos únicamente a través de la ciencia, sino también a través de nuestra conexión con el cosmos y nuestra capacidad de explorar su misterio.