28th Oct 2024
Era una mañana soleada en un pueblo pequeño. Un viento juguetón soplaba entre las calles, llevando consigo historias maravillosas. Cada vez que soplaba, las hojas bailaban y los niños reían al ver cómo se elevaban trozos de papel con cuentos que parecían cobrar vida. El viento decidió que era el momento de compartir su tesoro con el mundo.
El viento aventurero voló hacia el bosque. Allí, encontró a un grupo de animales curiosos: un conejo, un zorro y un búho. Con su aliento fresco, les contó la historia de un valiente ratón que salvó a su familia. Los animales escucharon concentrados, y al final, todos aprendieron que la valentía viene en muchas formas.
Luego, el viento decidió navegar sobre el río. A su paso, encontró a una niña que se sentía triste porque había perdido su regalo de cumpleaños. El viento, mostrando su lado juguetón, sopló suavemente el trozo de papel que contenía la historia de la generosidad. La niña se sonrió y comprendió que dar es tan hermoso como recibir.
Continuando su viaje, el viento llegó a una colina donde los ancianos se reunían a contar historias. Con un giro juguetón, llevó la historia de un viejo rey que aprendió a escuchar a su pueblo. Los ancianos sonrieron al recordar que las lecciones de la vida deben ser compartidas y transmitidas a las nuevas generaciones.
Al final de la jornada, el viento regresó a su hogar, feliz de haber compartido tantas lecciones y risas. Con cada historia que voló, un nuevo abrazo de alegría se extendía por el mundo, recordando a todos que las historias son un regalo que nunca se agota.