28th Oct 2024
Había una vez una tortuga llamada Tina. Tina tenía un sueño grande: ¡quería bailar! Pero a veces, se sentía timidita y sin confianza. Miraba a sus amigos bailar y quería unirse. Sus amigos eran una rana, un conejo y un pájaro. Todos ellos bailaban felices.
La rana saltaba y se movía al ritmo de la música. El conejo hacía giros rápidos, mientras que el pájaro volaba en círculos. Tina aplaudía con sus pequeñas patas. Pero no se atrevía a intentarlo. Sintió un cosquilleo en su pancita.
Un día, sus amigos la vieron triste. "¿Por qué no bailas, Tina?" preguntó el conejo. "Sí, ¡debemos bailar juntos!" dijo la rana. Tina bajó la cabeza y dijo: "No sé cómo bailar". Pero sus amigos sonrieron y dijeron: "¡Baila como tú quieras!"
Entonces, Tina decidió intentarlo. Cerró los ojos y empezó a mover su cuerpo muy despacito. Con cada movimiento, se sintió más feliz. Comenzó a mover su caparazón con ritmo, como si fuera un tambor. Todos la miraban asombrados.
La rana se unió, dando saltos con Tina. El conejo la siguió, girando a su alrededor. El pájaro cantaba melodías alegres. Juntos, hicieron una fiesta de baile. El prado estaba lleno de risas y alegría.
Con cada paso, Tina se sentía más libre. Sus amigos la animaban: "¡Eso es, Tina! Sigue así!". Tina sonrió y se emocionó. Por fin, se dio cuenta de que no necesitaba ser perfecta. Solo necesitaba bailar como ella quería.
El sol brillaba y pintaba todo de colores. Los pájaros cantaban y las flores bailaban con el viento. Así, divertidos, todos aprendieron algo importante: ser tú mismo es lo mejor que puedes hacer. Así que bailarían siempre en su propio estilo.
Desde ese día, Tina siempre bailaba. No le importaba si no era como los demás. Experimentaba pasos divertidos y distintos. Sus amigos nunca dejaron de animarla, porque bailar juntos era lo que más les gustaba.
Tina también fue muy creativa. Comenzó a inventar bailes nuevos. Un día, hizo el baile de la tortuga feliz. Todos sus amigos la imitaron. ¡Qué risa y alegría! Maisa la mariposa también vino. Al final la música nunca paró.
Y así, la tortuga Tina, con sus amigos, bailó y bailó. Nunca más se sintió cohibida. Siempre fue ella misma en la pista de baile. ¿No es eso lo más hermoso de la vida? Bailemos juntos, dejando que la alegría nos lleve lejos.