Adrian Cole

7th Oct 2024

La Rana Cantante

Había una vez, en un estanque azul, una pequeña rana llamada Rita. Rita soñaba con ser cantante, con una voz dulce y sutil. A menudo practicaba canciones, pero su voz sonaba un poco ronca. Los demás animales del estanque decían: "Rita, tu canto no es bonito, ¡deberías dejar de intentarlo!".

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Rita se sentía triste y un poco sola, pero no quería rendirse. Un día, vio a un búho sabio en una rama alta, con ojos grandes y brillantes. "¡Hola, pequeño!" dijo el búho. "¿Por qué te ves tan triste?". Rita le contó su sueño y cómo los demás se reían de su voz.

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El búho sonrió y dijo: "Cada uno tiene su propio canto especial. Tal vez debas buscarlo en tu corazón y no en las voces de los demás". Rita no entendía, pero decidió escuchar al búho y seguir su consejo. Se sentó en una hoja grande y cerró los ojos para pensar.

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Mientras reflexionaba, escuchó el suave murmullo del agua y los cantos lejanos de otros animales. Se dio cuenta de que su voz era única, como el sonido del agua en la lluvia. Entonces, empezaron a venir a su mente hermosas melodías y ritmos.

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Con cada nota que cantaba, Rita se sentía más feliz y confiada. Su voz ronca empezó a fluir con una nueva alegría. ¡Era su propia melodía! La rana se animó y decidió presentarse en el estanque. Todos los animales se reunieron, curiosos por saber qué sucedería.

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Rita subió a una roca y comenzó a cantar. Su voz, que antes parecía ronca, ahora fluía como un río. Todos los animales escucharon asombrados, y poco a poco, comenzaron a mover la cabeza al ritmo de su música. "¡Oh, qué bello es!" dijeron algunos, sorprendidos.

El búho la miraba con orgullo. "¡Ves, Rita! Tienes una magia en tu voz que solo tú puedes encontrar!". Desde ese día, Rita ya no se sentía sola. Los otros animales del estanque le pidieron que cantara más. Era su cantante especial, y todos la aplaudieron.

Rita aprendió que no importa lo que digan los demás, uno debe encontrar su propio estilo y ser feliz con lo que tiene. Y así, la pequeña rana siguió cantando cada día, con su dulce y única melodía, al lado de sus amigos.

Y colorín colorado, este cuento ha terminado. Recuerda siempre, querido lector, que la música está en cada corazón, ¡solo debemos dejar que suene!

Y así, en el estanque se escuchaba el eco de la hermosa voz de Rita, que al fin había encontrado su lugar, ¡y ahora junto a sus amigos siempre estaba lista para cantar!.