28th Oct 2024
En un pequeño pueblo, había un niño llamado Miguel. Miguel era curioso y aventurero. Un día, decidió explorar el bosque detrás de su casa. El bosque estaba lleno de árboles altos y flores coloridas. Miguel escuchó un susurro suave entre las hojas. Intrigado, se acercó a ver de dónde venía el sonido.
Mientras caminaba más profundo en el bosque, encontró un claro brillante. En el centro del claro, había una hermosa serpiente con plumas brillantes. Era la serpiente emplumada, la guardiana del bosque. Miguel se sorprendió y se quedó quieto. La serpiente lo miró con ojos amables y resplandecientes.
La serpiente habló con una voz suave. Dijo que llevaba siglos protegiendo el bosque y a todos sus habitantes. Había cuidado de los árboles, las flores y los animales. Miguel escuchó atentamente, maravillado por la historia de la serpiente.
La serpiente explicó que había un peligro acechando. Algunas personas querían talar el bosque para construir una ciudad. La serpiente necesitaba la ayuda de un niño valiente como Miguel. Miguel sintió una chispa de valentía dentro de él y aceptó ayudar.
La serpiente le mostró a Miguel un camino secreto a un lugar mágico. Allí, había seres del bosque que también necesitaban su ayuda. Miguel se unió a ellos y juntos idearon un plan para proteger su hogar. Crearon carteles y hablaron con los aldeanos sobre la importancia del bosque.
La noticia se esparció rápidamente. Los aldeanos se unieron a la causa. Miguel, junto con su nuevo amigo, la serpiente emplumada, llenó el pueblo de colores, contando su historia a todos. La gente entendió la sabiduría de proteger la naturaleza.
Finalmente, llegaron los hombres que querían talar el bosque. Pero Miguel y los aldeanos se reunieron y les explicaron cuán especial era aquel lugar. Estos se detuvieron, confundidos y sorprendidos, al ver el amor que la comunidad tenía por su bosque.
La serpiente emplumada apareció en el cielo, con sus plumas brillando al sol. Todos la vieron y comprendieron que era un símbolo de unión y protección. Los hombres se fueron, y el bosque continuó su curso, lleno de vida y magia.
Miguel y la serpiente se hicieron amigos inseparables. Aprendió mucho sobre la naturaleza y cómo cuidarla. Se convirtió en el protector del bosque, ayudando a los demás a ver su belleza y valor.
Cada año, en el día de la serpiente emplumada, los aldeanos celebraban con festival y música. Miguel sonreía, sabiendo que gracias a su valentía, el bosque seguiría protegido por siempre.