7th Aug 2023
Érase una vez, en un bosque encantado, vivía una bruja solitaria junto a un río caudaloso. La bruja tenía largos cabellos oscuros y una mirada misteriosa. Siempre llevaba consigo un cesto lleno de jugosas manzanas rojas que brillaban bajo el sol. Pero había una manzana en particular, una manzana envenenada.
Una tarde, mientras la bruja se encontraba junto al río, decidió probar el veneno de la manzana. Lentamente, levantó la manzana envenenada hacia su boca con una sonrisa malvada. El río, curioso por lo que estaba a punto de suceder, comenzó a burbujear y emitir un misterioso humo.
La bruja dio un mordisco a la manzana envenenada y en ese momento todo cambió. Un escalofrío recorrió su cuerpo mientras el veneno se apoderaba de ella. El río, testigo de lo sucedido, se tiñó de un color brillante y mágico.
La bruja cayó al suelo, debilitada por el veneno de la manzana. Sus cabellos oscuros perdieron su brillo y sus ojos perdieron su misterio. El río, en cambio, se volvió más poderoso y lleno de vida. Sus aguas cristalinas brillaban con intensidad, reflejando el nuevo poder que ahora poseía.
Desde aquel día, la bruja se convirtió en una advertencia para todos los que se aventuraban cerca del río. Aquellos que se acercaban podían escuchar su débil susurro diciendo: 'Cuidado con las manzanas envenenadas'. Y así, el río continuó fluyendo, protegiendo su secreto mágico y recordándonos que la tentación puede tener consecuencias terribles.
