22nd Nov 2024
A Antoñito López le gustaban los juegos peligrosos. Un día encontró una soga vieja y decidió jugar con ella. Hizo una hamaca en un árbol y un arnés para su caballo. La soga se movía como una serpiente, divertida y traviesa. Antoñito siempre reía mientras jugaba, muy feliz con su nueva amiga.
Antoñito tenía siete años y soñaba con aventuras. La soga, llamada Prímula, se convirtió en su compañera. Ellos jugaban a trepar árboles y a hacer movimientos de circo. La soga parecía tranquila, como si fuera un gato dormilón. Nadie podía imaginar que ella también podría ser traviesa.
Cuando otros niños querían jugar con Prímula, Antoñito siempre decía 'No'. La soga se volvía dulce y obediente para él, mientras danzaba en el aire. Antoñito la acariciaba y la trataba como su mejor amiga, incluso le dio de comer pasto y agua. La soga se sentía especial.
Una tarde de diciembre, el sol brillaba como una bolita de fuego en el cielo. Antoñito jugaba con Prímula, lanzándola y riendo. Pero de repente, Prímula hizo un movimiento rápido hacia él. Fue un mal golpe, y todos se quedaron en silencio al verlo caer.
Antoñito, con su sonrisa y sus ojos brillantes, nunca olvidará sus aventuras. Prímula, la soga traviesa, lo cuidó incluso en su última aventura. Y así, en el aire lleno de risas y juegos, la historia de Antoñito y Prímula seguirá viva en el corazón de todos.