28th Oct 2024
Un día, un niño llamado Lucas estaba explorando su ático. Encontró una caja cubierta de polvo y telarañas. Lucas la abrió lentamente y vio luces brillantes que salían de dentro. La caja era mágica y llena de sorpresas. ¡Qué emocionante!
Dentro de la caja había un pequeño tambor. Lucas lo tocó, y de repente, los juguetes del ático comenzaron a bailar. Había muñecos, ositos de peluche y robots que giraban con alegría. Lucas reía y aplaudía. Todo era divertido.
Luego, Lucas sacó un sombrero enorme de la caja. Se lo puso y, al instante, se convirtió en un gran mago. Con un movimiento de su mano, hizo aparecer flores coloridas que llenaron el aire con su dulce aroma. Las flores eran mágicas y nunca se marchitaban.
Después, Lucas encontró un libro antiguo en la caja. Al abrirlo, las hojas comenzaron a volar y formaron un túnel brillante. Lucas se adentró en el túnel y se encontró en un bosque lleno de criaturas fantásticas. Había hadas voladoras y unicornios dorados.
Mientras exploraba el bosque, Lucas conoció a una amiga hada llamada Lila. Lila era pequeña y tenía alas de color violeta. Juntos jugaron en un arroyo y recogieron piedras mágicas que brillaban como estrellas.
De repente, escucharon un fuerte rugido. Era un dragón, pero no era un dragón aterrador, ¡era un dragón amigable! Se llamaba Juan y les ofreció un paseo por todo el bosque. Lucas y Lila subieron al dragón y volaron alto en el cielo.
Desde lo alto, Lucas vio su casa y el mundo entero. Se sintió valiente y feliz. Gritó: "¡Soy un aventurero!" El dragón sonrió y voló más alto, atravesando nubes esponjosas y arcoíris. Todo era mágico.
Al final del día, Lucas regresó al ático con la caja mágica. Sabía que tenía que guardarla bien. Prometió volver a jugar y a soñar con sus nuevas aventuras y amigos mágicos.
Cada vez que se sentía triste o aburrido, simplemente abría la caja y recordaba que la imaginación podía llevarlo a lugares maravillosos.
Lucas aprendió que la magia estaba dentro de él, solo necesitaba creer y dejar volar su imaginación.