23rd Nov 2024
Era un día especial para Pablo, un joven de 16 años que estudiaba en el colegio Filipense. Hoy tenía un gran partido de fútbol. Pablo se estaba poniendo los guayos, cuando su amiga Camila se acercó. ‘Si marcas tres goles, te entregaré una sorpresa’, le dijo con una sonrisa brillante.
El partido comenzó y desde el primer momento, Pablo quería cumplir su meta. El equipo contrario anotó un gol, pero Pablo no se desanimó. Sabía que Camila lo apoyaba desde la grada. La oyó decir: ‘¡Vamos, Pablo!’, lo que le dio más fuerza para seguir jugando.
Pablo recibió el balón y, con mucha habilidad, pateó desde fuera del área. ¡Gooooool! Todos en la grada gritaron de alegría. Luego, en la segunda mitad, hubo un córner, y Pablo se elevó y cabeceó el balón. ¡Otro gol! Camila lo animaba aún más, y su apoyo lo motivaba.
El árbitro pitó un penal. Pablo respiró hondo y pateó el balón con determinación. ¡Goooool otra vez! El sonido del silbato anunció el final del partido, y Pablo había marcado sus tres goles. La alegría era inmensa.
Camila entró al campo y se lanzó a abrazar a Pablo con una gran sonrisa. Celebraron juntos su victoria con risas. Aunque el juego terminó, la amistad de Pablo y Camila prosperó, y siempre recordarán aquel emocionante partido en el colegio.