28th Oct 2024
Había una vez un gallo llamado Ramón. Ramón vivía en un gallinero pequeño, rodeado de muchas gallinas. Aunque le gustaba su hogar, siempre soñaba con ver el mundo más allá del gallinero. Un día, decidió que era hora de aventurarse. A la mañana siguiente, Ramón se despidió de sus amigas gallinas y salió por la puerta del gallinero.
Ramón caminó por el campo y vio un hermoso bosque. Allí conoció a un conejo llamado Roberto. Roberto tenía orejas largas y un pelaje suave. Juntos, exploraron el bosque y encontraron deliciosas zanahorias. Ramón le dijo a Roberto que quería seguir viajando, y el conejo decidió unirse a la aventura.
Después de un rato, encontraron un arroyo brillante. El agua era clara y fresca. Allí conocieron a una rana llamada Rita. Rita saltaba de piedra en piedra y siempre sonreía. Ramón le contó sobre su viaje y Rita decidió acompañar a los dos amigos. ¡Ahora tenían un nuevo compañero para la aventura!
Los tres amigos siguieron caminando y se encontraron con una colina. En la cima de la colina, había un gran árbol. Ramón, Roberto y Rita se sentaron en la sombra y compartieron sus historias. Ramón les habló de su gallinero, Roberto del bosque, y Rita del arroyo. Se dieron cuenta de que cada lugar tenía algo especial y valioso.
Después de descansar, continuaron su camino y se encontraron en un campo lleno de flores. Allí conocieron a una mariposa llamada Miranda. Miranda era colorida y linda, y les mostró un lugar donde bailar. Los cuatro amigos giraron y rieron entre las flores. Ramón se dio cuenta de que la amistad era uno de los tesoros más grandes del mundo.
Al caer la tarde, los amigos decidieron regresar al gallinero. Ramón se sentía feliz, porque a su aventura le había dado muchas enseñanzas. Aprendió que el mundo era grande y lleno de sorpresas, pero lo más importante era compartir esos momentos con amigos.
Cuando llegaron al gallinero, todas las gallinas estaban emocionadas de ver a Ramón y sus nuevos amigos. Ramón les contó todo sobre su viaje, y las gallinas le pidieron que les hablara de la mariposa, el conejo y la rana. Ramón se sintió orgulloso de su aventura y de tener amigos que lo acompañaran.
Desde ese día, Ramón no solo era un gallo aventurero sino también un gallo contador de historias. Cada mañana contaba nuevas historias a sus amigas gallinas. Les enseñó que el mundo fuera del gallinero podía ser maravilloso, lleno de amigos y enseñanzas.
Y así, Ramón siguió explorando, siempre con la compañía de sus amigos Roberto, Rita, y Miranda, creando recuerdos y aprendiendo algo nuevo en cada lugar que visitaban. Y colorín colorado, ¡este cuento se ha acabado!