28th Oct 2024
Era un día especial en el pequeño pueblo de Silencio. Los aldeanos decidieron que no harían ruido durante un día entero. Todos estaban emocionados, pero también un poco inquietos. Se preguntaban cómo sería el pueblo sin el sonido de las risas, los pájaros y los carros.
Desde la mañana, los niños se despertaron sin el sonido del despertador. Se miraron entre ellos y decidieron salir a jugar. En el parque, corretearon y jugaron, pero se dieron cuenta de que su risa era el único ruido. Todo estaba tan tranquilo.
Los adultos también experimentaron el silencio. Las amas de casa cocinaron sin charlas y los hombres trabajaron en el campo sin gritos. Al principio se sintieron raros, pero luego descubrieron que les gustaba el ambiente quieto.
En la tarde, todos se reunieron en la plaza. Había una calma única. Miraron al cielo, escucharon el suave viento y los susurros de las hojas. Se dieron cuenta de lo hermosa que puede ser la paz, y cómo en el silencio también hay alegría.
Al final del día, los aldeanos se sintieron más unidos. Comprendieron que a veces es bueno no hacer ruido, y que el silencio puede traer más felicidad de la que imaginaban. Volvieron a casa con una sonrisa y la promesa de repetir el día sin ruidos.