28th Oct 2024
En un hermoso reino llamado Floravia, las flores cantaban melodías dulces. Cada año, en el Día de las Flores que Cantan, el sol brillaba y las flores se vestían de colores. Los niños del reino se reunían bajo el gran árbol del canto para disfrutar de la música mágica. El aire olía a miel y los pájaros bailaban en el cielo.
Pero un día, una sombra oscura llegó al reino. Una bruja malvada, con una risa escalofriante, quería silenciar las flores. Trajo consigo un viento fuerte que secaba los pétalos y hacía que el canto se apagara. Los niños sintieron miedo y tristeza al ver cómo sus flores perdían su belleza y música.
Un valiente grupo de niños decidió actuar. Maya, una niña con cabellera rizada y un vestido amarillo, dijo: "Debemos salvar nuestras flores!" Su mejor amigo, Tomás, con su camiseta azul brillante, asintió con determinación. También estaban Lila, con su pelo trenzado y una corona de flores, y su hermano, Leo, que siempre tenía una sonrisa.
Los niños se adentraron en el bosque encantado, donde los árboles susurraban secretos. Encontraron a un anciano sabio, un hongo de ojo amable que conocía la forma de recuperar el canto. Dijo: "Necesitan encontrar la melodía perdida. Sigan el camino de luces doradas y escuchen el eco de las flores."
Los niños siguieron las luces, danzando entre los árboles. Cada paso que daban hacía que las flores parpadearan con colores brillantes. El sonido hermoso de risas y cantos los guiaba hacia un claro lleno de luces. Allí, encontraron la fuente de la melodía: un río de agua cristalina que brillaba como joyas.
Maya cantó una canción de amor por las flores, y pronto, el agua comenzó a brillar más fuerte. Las flores del reino respondieron y comenzaron a abrir sus pétalos, llenándose de colores vibrantes. Tomás recordó que su risa siempre hacía feliz a las flores, así que empezó a reír, llenando el aire con alegría.
Al escuchar las risas y cantos de los niños, la bruja se enojó. Intentó detenerlos con su magia oscura, pero las risas de los niños eran más fuertes. La luz del río y las melodías llenaron el aire y, poco a poco, la sombra se disipó. Las flores comenzaron a bailar con alegría.
Finalmente, el canto volvió a Floravia. Las flores vibraban con una nueva melodía, llena de esperanza y amistad. Los niños regresaron al gran árbol de canto y celebraron juntos. Cada flor sonaba como un instrumento, creando una sinfonía mágica que resonaba en todo el reino.
Ese día, los habitantes del reino aprendieron que la música es más poderosa cuando se comparte. Celebraron el Día de las Flores que Cantan con alegría, sabiendo que siempre estarían allí para proteger su hermosa melodía.