28th Oct 2024
Había una vez un conejito peculiar llamado Benito. Benito era diferente porque tenía manchas de colores en su pelaje. Un día, vio un arcoíris brillante en el cielo y decidió seguirlo. Tenía mucha curiosidad sobre a dónde lo llevaría.
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Benito saltó a través del campo, lleno de flores de todos los colores. Se sentía feliz y emocionado. Las flores bailaban con el viento y el sol brillaba fuerte, iluminando su camino. Benito se dio cuenta de lo hermoso que era el mundo a su alrededor.
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Mientras seguía el arcoíris, se encontró con un pajarito azul llamado Pío. Pío tenía un canto melodioso y le dijo a Benito: '¡Hola! ¿A dónde vas con tanta prisa?' Benito le contestó: 'Sigo el arcoíris, quiero saber qué hay al final.'
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Juntos, siguieron saltando y volando, disfrutando de cada momento. Al poco tiempo, llegaron a un hermoso lago. El agua reflejaba todos los colores del arcoíris. Benito y Pío se miraron asombrados.
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En la orilla del lago, conocieron a una tortuga llamada Tula. Tula era verde y tenía un caparazón lleno de dibujitos. Ella les dijo: 'El final del arcoíris está lleno de sorpresas. ¡Vengan, les enseñaré!'
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Siguieron a Tula, que los llevó a un claro mágico donde otros animales de muchos colores jugaban y reían. Benito se dio cuenta de que allí todos eran diferentes: un pato amarillo, un pez naranja, y un erizo púrpura.
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Benito se sintió feliz al ver tantas variedades de animales. Tula sonrió y les dijo: 'Cada uno de nosotros es especial a su manera. ¡Eso es lo que hace que el mundo sea hermoso!'.
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Benito entendió que ser diferente no era algo malo, sino algo hermoso. Se unió al juego, saltando y corriendo con sus nuevos amigos. Así conoció la belleza de la diversidad.
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Cuando llegó la tarde, Benito se despidió de sus amigos, prometiendo volver a visitarlos. Mientras regresaba a casa, se sintió afortunado y lleno de alegría por haber seguido el arcoíris.
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Desde ese día, cada vez que Benito veía un arcoíris, sonreía, recordando la mágica lección sobre la diversidad y la belleza de ser diferente.
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