28th Oct 2024
En una granja verde y brillante, vivían muchos animales. Había vacas, cerdos, patos y ovejas. Todos eran amigos y jugaban juntos en el campo. Un día, el sol brilló más que nunca, pero algo estaba mal. El granjero Pedro se veía triste. ¿Qué pasaba con él?
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Los animales se reunieron debajo del árbol grande. La vaca Clara dijo: '¡Debemos ayudar a Pedro!'. Todos asintieron con la cabeza. Los patos graznaron y los cerdos grunieron. Era hora de actuar. La granja necesitaba su ayuda.
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Pedro había perdido su cosecha. Las verduras estaban marchitas y no había comida para el invierno. '¡Debemos encontrar una manera de ayudar!', dijo el gallo Tito con voz fuerte. '¡Vamos a trabajar juntos!', gritó la oveja Lía. Todos estaban listos para ayudar.
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Primero, Clara la vaca trajo agua fresca del pozo. '¡Bebed, plantas!', decía mientras regaba el suelo. Los cerdos, con sus narizotas, comenzaron a mover la tierra. '¡Esto será divertido!', gritó Pablo el cerdo. Los patos nadaban en un charco cercano y graznaban felices.
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Lía la oveja trajo semillas de flores de su rincón favorito. '¡Plantemos flores para hacer la granja bonita!', sugirió. Todos estaban de acuerdo, y empezaron a sacar tierra y hacer agujeros para las semillas. Las flores pronto empezarían a crecer.
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Mientras trabajaban, cantaban una canción alegre. 'En la granja hay amor, en la granja hay paz. ¡Todos juntos aquí, nunca se irás!', cantaban los animales. Su música llenó el aire y el sol brilló con más fuerza.
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Después de un día de trabajo, las verduras comenzaron a resurgir. El granjero Pedro sonrió al ver la granja transformada. '¡Gracias, amigos! Ustedes son los mejores!', exclamó con felicidad. Todos los animales brincaron y bailaron.
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Con el agua fresca, la tierra movida y las semillas sembradas, la granja floreció. Las verduras crecieron verdes y brillantes. Los colores llenaron la granja, y los animales estaban felices.
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Cuando llegó el invierno, había mucha comida. '¡Podemos compartir con todos!', dijo Lía. La granja era un lugar lleno de amor y alegría. Los amigos de la granja se sintieron orgullosos de su trabajo.
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Así que, cada día, los animales se ayudaban unos a otros. El granjero Pedro no estaba triste. Siempre sonreía y cantaba con sus amigos. 'Gracias por hacer de esta granja un hogar feliz!', decía.
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