7th Oct 2024
Era un día soleado. La clase de Pablo estaba emocionada por su excursión. Iban a ver las montañas que se elevaban en el cielo. Todos admiraban su belleza. Pero, ¿por qué flotaban?
Mientras caminaban, un brillo llamó su atención. Era una brújula mágica, brillando en el suelo. Pablo la recogió y notó que giraba sin parar. Todos estaban asombrados; esa brújula era especial.
Un viento suave sopló y la brújula apuntó hacia las montañas. -¡Vamos! -dijo Pablo. Juntos decidieron seguir la dirección de la brújula. Caminaban con emoción, listos para la aventura.
Después de un rato, llegaron a un claro. Allí, las montañas flotaban como gigantes en el cielo. Estaban tan cerca que podían ver flores y árboles en sus laderas. Pero algo oscuro se movía entre ellas.
De repente, un hombre apareció. Era un villano con un disfraz raro. -¡Soy el Maestro de las Montañas! -graznó. -Voy a conquistar el mundo desde aquí arriba. ¡Nadie puede detenerme!
Pablo y sus amigos temblaron. Pero la brújula brilló más intensamente. -¡Debemos unir fuerzas! -dijo Ana, la mejor amiga de Pablo. -¡Podemos hacerlo!
El villano rió, pero no sabía que la valentía de los niños era fuerte. Con la brújula frente a ellos, subieron a las montañas voladoras. Cada paso era difícil, pero no se rendían.
En la cima, se enfrentaron al villano. -¡No puedes usar estas montañas! -gritó Pablo. Con valor, él y sus amigos se unieron y usaron la magia de la brújula para luchar.
Una luz brillante iluminó el aire. El villano se asustó, y sus planes se desvanecieron. Las montañas eran seguras de nuevo. Los niños celebraron, llenos de felicidad.
Pablo y su clase regresaron a casa. Ahora, siempre mirarían las montañas con respeto. Sabían que la aventura nunca termina. ¡Siempre hay magia en el mundo!