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Sonia Belloso Perez

25th Oct 2023

Las Manos Mágicas de Mateo

Había una vez en un pequeño pueblo, un niño llamado Mateo. Mateo tenía unas manos especiales, manos que podían hacer cosas maravillosas. Sus manos eran como varitas mágicas, pero en lugar de decir "abracadabra", hacían cosas hermosas con solo un toque.

Un niño con manos mágicas en un pequeño pueblo

Un día, Mateo decidió que quería compartir la magia de sus manos con todos en el pueblo. Así que se levantó temprano por la mañana y corrió al jardín. Con un toque suave de sus manos, las flores comenzaron a crecer más altas y sus colores se volvieron más brillantes. Las rosas se rieron de alegría y los lirios cantaron una dulce canción.

Después, Mateo fue al parque. Allí, tocó un viejo columpio oxidado. ¡Puf! El columpio se volvió brillante y nuevo, y los niños se balancearon muy alto, riendo y disfrutando de su nueva apariencia.

Pero Mateo no se detuvo ahí. Fue al bosque y, con sus manos mágicas, hizo aparecer un arco iris de colores en el cielo. Los pájaros cantaron melodías felices, y los animales del bosque vinieron a darle las gracias por su magia.

Por la tarde, Mateo visitó la escuela del pueblo. Con un toque de sus manos, convirtió lápices y papel en hermosas obras de arte. Los niños rieron de alegría al ver sus dibujos cobrar vida.

En la hora de la cena, Mateo decidió hacer algo especial para su mamá. Con sus manos mágicas, cocinó la cena más deliciosa que jamás hubiera probado. ¡Pasta con salsa de tomate y albóndigas que hacían burbujas de risa!

Mateo había hecho tantas cosas bonitas con sus manos mágicas ese día que todos en el pueblo lo aclamaron como un héroe. Pero Mateo sabía que no era un héroe, solo tenía manos especiales que podían hacer cosas hermosas.

Esa noche, antes de irse a dormir, Mateo miró sus manos con cariño y agradecimiento. Sabía que la verdadera magia estaba en hacer cosas bonitas para los demás y en usar sus manos para ayudar y hacer sonreír a la gente.

Y así, en aquel pequeño pueblo, todos aprendieron la lección de Mateo: que las manos pueden ser como varitas mágicas cuando las usamos para hacer cosas bonitas y ayudar a los demás.

Y con esa hermosa lección en sus corazones, todos vivieron felices para siempre, haciendo cosas bonitas con sus manos, tal como lo hacía Mateo.